Historia de un desahucio. Aquí vivió

En las últimas décadas, el cómic en España ha dejado de ser considerado un mero entretenimiento juvenil para consolidarse como un vehículo de memoria, denuncia y reflexión social. Obras como Aquí vivo. Historia de un desahucio se sitúan en esa línea de narrativas gráficas que ponen rostro y voz a problemáticas que, aunque conocidas, corren el riesgo de diluirse en el ruido mediático. Lejos de la evasión, este cómic nos sumerge en la realidad de miles de familias que, tras la crisis económica de 2008, se vieron atrapadas en la maquinaria implacable del sistema financiero. Y lo hace de manera amena, y utilizando a personajes muy humanos.

La historia de España en esos años es bien conocida: familias normales, con empleo estable y un horizonte vital aparentemente seguro, deciden dar el paso hacia la propiedad de una vivienda. Es el sueño compartido de tantas generaciones en España, convertido casi en mandato cultural. Sin embargo, lo que comienza como un proyecto de estabilidad terminó derivando en muchos de los casos en pesadilla en el momento en el que ese frágil equilibrio se rompió. El desempleo, la reducción salarial o la precariedad actúan como fichas de dominó que, una tras otra, hicieron caer el castillo de naipes. Y al final, apareció la amenaza del desahucio para miles de familias.

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Lo que diferencia a Historia de un desahucio. Aquí vivo de un reportaje o de un análisis económico es su capacidad de humanizar un proceso que muchas veces se presenta con frialdad estadística. El cómic consigue que el lector se coloque dentro de las casas en peligro, que perciba la angustia de las cartas del banco o el miedo a la visita judicial. El dibujo y el color refuerzan esta sensación de cercanía. Así como la historia afable que esconde entre sus páginas.

Historia de un desahucio. Aquí vivió

El eje central de la crítica se dirige al sistema bancario, presentado como una estructura despersonalizada que, al mismo tiempo, es capaz de condicionar la vida de los individuos hasta extremos brutales. El banco aparece como un ente abstracto y omnipresente, que exige el cumplimiento del contrato aunque las condiciones sociales hayan cambiado de manera radical. No importa la pérdida de empleo o el contexto de crisis generalizada: la deuda es la deuda, y la institución financiera no admite excepciones. Arrastrando no solo al hipotecado, sino a los avalistas. El cómic denuncia con claridad cómo esa lógica de hierro se impone sobre cualquier consideración humana, demostrando que lo que se prioriza no es el derecho a la vivienda, sino la defensa del beneficio económico.

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Pero más allá de la crítica explícita, el cómic también abre preguntas incómodas. ¿Qué papel juega el Estado, que permite que la vivienda, un bien básico, se someta sin reservas a las leyes del mercado? ¿Qué responsabilidad tenemos como sociedad, que normaliza el drama del desahucio hasta volverlo paisaje cotidiano de telediario? El cómic no ofrece respuestas cerradas, pero sí fuerza al lector a confrontar esas preguntas, incomodándolo de forma consciente.

Otro aspecto destacable es cómo se representa la resistencia y la solidaridad. Frente al desamparo de las instituciones, emergen los colectivos ciudadanos que acompañan, apoyan y en ocasiones logran detener los desahucios. Estos movimientos vecinales aparecen en el cómic como contrapeso narrativo: si el banco encarna la frialdad del sistema, las plataformas ciudadanas representan el calor de lo comunitario. La historia no se regodea en la derrota, sino que muestra la dignidad de quienes luchan por permanecer en sus hogares y por transformar un modelo injusto.

Con un lenguaje gráfico accesible, la obra logra que la crítica social llegue a un público amplio, y lo hace contando una historia real, reconocible y dolorosamente compartida. La historia de Alicia y su madre, pero la historia también de todos los que les rodean.

aquí vivió

  • Historia de un desahucio. Aquí vivió
  • Isaac Rosa (guion) y Cristina Bueno (dibujo)
  • Nube de Tinta
  • 2016
  • 19,95€

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