En el año 2009 Antonio Altarriba y Kim publicaban El arte de volar; y un año después, un jurado dictaminó que la obra era digna merecedora del Premio Nacional del Cómic. El relato biográfico del padre de Altarriba maravilló a propios y extraños; por su forma de narrarlo, y por su contenido. Desde una perspectiva íntima, el cómic ofrecía una visión de la España rural durante la República, de los frentes de la guerra civil, del exilio en Francia y de la posguerra española. Su padre, con el que comparte nombre, fue un hombre imaginativo que siempre se sobrepuso a las circunstancias y buscó su propia forma de volar, desde un punto de vista metafórico. Pero el relato no estaba compensado. En el año 2016 Antonio Altarriba nos ofrecía en El ala rota la otra cara de la moneda, la de su madre Petra. Entonces sí, el díptico quedaba cerrado.
El ala rota
En El arte de volar la figura central del relato era Antonio Altarriba. Alguien al que los americanos llamarían un self-made. Un hombre hecho a sí mismo; una persona que salió adelante por sus propios recursos y que logró prosperar en la vida pese a las adversidades. El resto de personajes son totalmente secundarios, e incluso prescindibles. Y entre estos personajes aparecía Petra, la mujer del protagonista y madre del autor. Y lo hacía de una forma secundaria en el relato vital del protagonista; como alguien que pasaba por allí. Ni como esposa, ni como madre, parece que Petra ocupara una parte importante en la familia, más que como contrapunto del propio protagonista. Concluida la obra, el autor rápidamente percibe este matiz como algo injusto, y sin que estuviera premeditado, en su cabeza surge la idea «reparadora» de El ala rota. Y lo hace de forma soberbia.
La obra se convierte rápidamente en una viva muestra de la memoria histórica de nuestro país. Si en El arte de volar mostraba los frentes de la guerra, la España del exilio, del estraperlo y de la resistencia franquista; en El ala rota nos muestra la España servil, clasista, católica y tradicional, pero en la que también tenía cabida la oposición monárquica al franquismo. Ambas obras forman un díptico exquisito de incalculable valor. Más allá de la calidad narrativa, estos dos cómics son un documento gráfico de buena parte de nuestra historia contemporánea. Una obra imprescindible.
Petra
Como el famoso personaje de Escobar que forma parte del imaginario de nuestra infancia, Petra dedicó su vida a servir a los demás: a su padre, al señor, a su marido. Se trata de una de esas personas que hicieron de la discreción su seña de identidad. En este sentido las primeras páginas ya marcan al lector la senda del relato cuando el hijo se entera de la disfunción del brazo de su madre, y descubre con asombro como ha ocultado dicha invalidez a todo el mundo durante su vida.
La obra se divide en cuatro capítulos, que se corresponden con los cuatro hombres de la vida de Petra. El primer capítulo está dedicado a su padre, Damián. Al nacer su padre trató de arrebatarle la vida con una piedra. Sin duda un momento fundacional que le daría un nombre y su lesión en el brazo. En este primer episodio vemos la vida en el campo, con sus chismes, líos familiares, maltratos y secretos.
En el segundo capítulo, ya con la guerra terminada, Petra llega a Zaragoza para servir en la casa del capitán Sánchez González; el cual, de algún modo, será su segundo hombre en la vida. Un militar en apariencia franquista, pero que encierra un profundo deseo de rechazo a Franco.
En el tercer capítulo aparece ya su marido Antonio Altarriba, y vemos como poco a poco se va deteriorando la relación. La parte final de este capítulo es sencillamente fabulosa; todo una lección de vida.
Finalmente, en el cuarto y último episodio conocemos a Emilio, que tendrá una breve pero intensa relación sentimental con Petra en los últimos años de su vida.
El ala rota y El arte de volar, díptico perfecto
Una de las claves del éxito de El arte de volar fue su lenguaje metafórico. Altarriba y Kim transmitieron al lector sensaciones y emociones que difícilmente hubieran conseguido con una novela. Y El ala rota mantiene sin duda esta línea. Ya la propia elección del título es bastante explícita. El ala rota nos habla de la disfunción del brazo de Petra; pero también de su incapacidad para imaginarse en cotas más altas. Carente de aspiraciones en la vida, simplemente se dedicó a sobrevivir.
Ambas obras han sido valoradas muchas veces como el relato de los perdedores. El díptico que conforman El arte de volar y El ala rota debería estar presente en todas las bibliotecas de los centros de secundaria; y debería ser lectura obligatoria en las universidades. Una obra se complemente con la otra y viceversa. Un texto desgarrador, que pese a los grandes momentos divertidos que nos deparará su lectura, encierra toda una lección de vida.
- El ala rota
- Antonio Altarriba (guion) y Kim (dibujo)
- Norma
- 2016
- 23,90€