ALTARRIBA – Yo asesino, Yo loco, Yo mentiroso

La trilogía egoísta formada por Yo, asesino; Yo, loco; y Yo, mentiroso; de Antonio Altarriba y Keko, está protagonizada por personajes ambiguos, de dudosa moralidad, y que se confrontan con sus propios pensamientos. Un diálogo interno que sirve en buena medida como hilo conductor de cada uno de los libros. Es conocido que detrás de un estado emocional exagerado hay pensamientos igualmente exagerados. La relación entre los hechos, las emociones y el pensamiento es una materia psicológica de enorme interés. La confrontación con nuestros propios pensamientos; la autorreflexión; el autocontrol; o el freno a los impulsos son asuntos que a menudo están detrás de nuestras propias acciones. En la trilogía de Altarriba y Keko tenemos claros ejemplos de estas voces internas que atormentan a los protagonistas. Son precisamente sus propios diálogos internos los que hacen de hilo conductor de los distintos relatos.

En el siglo XVIII, Thomas Hobbes afirmaba en su Leviatan que el hombre era un lobo para el hombre. Una frase que hace referencia a los horrores de los que es capaz el ser humano por su propia naturaleza. El instinto animal del ser humano está presente desde que nacemos; y es la propia necesidad de vivir en sociedad la que oculta estos instintos. La trilogía egoísta de Antonio Altarriba se ocupa principalmente de estos instintos primarios que subyacen en el ser humano: la mentira, la locura y el instinto asesino. Sin duda, una de las mejores trilogías que se ha escrito en España sobre la locura y el pensamiento divergente.

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Yo, asesino

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En este primer arco de su trilogía egoísta, Altarriba se ocupa del instinto asesino del ser humano, y su relación con el arte. El asesino trabaja con la materia prima más preciada: la vida. Un instinto que encierra en sí mismo una paradoja: crea dando muerte.

Enrique Rodríguez Ramírez es un reputado profesor de arte, catedrático de la universidad del País Vasco, y director de la revista Trémula; una revista que analiza la representación del dolor en el arte occidental. El docente, a través de su actividad, analiza la larga relación entre el arte, el poder y el dolor. Representaciones plásticas, horror, muerte, martirios y asesinatos. Pero Rodríguez Ramírez es un personaje con una extraña afición: el asesinato. Siempre busca la originalidad en sus asesinatos, rehúye de motivos emocionales, y toma todo tipo de precauciones. Sin embargo, una serie de errores se sucederán y pondrán a Rodríguez Ramírez contra las cuerdas.

Con este fabuloso thriller, Antonio Altarriba no solo ahonda en la naturaleza humana, sino que hilvana una serie de asuntos sociales y políticos de enorme interés. El conflicto vasco y su relación con la universidad; las alusiones al arte; la idiosincrasia de la universidad pública, vista como un organismo con vida propia; o las complicadas relaciones de pareja (una constante en la trilogía). Personajes perfectamente retratados, heridas abiertas y el vacío del ostracismo.

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Yo, loco

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El segundo tomo de la trilogía egoísta se centra en Ángel Molinos, doctor en psicología, dramaturgo, y aficionado a la representación de la locura en el arte. Ángel pasa a formar parte de la plantilla de la empresa Otrament; un observatorio de trastornos mentales que colabora con la farmacéutica Pfizin. Las sospechas de que en los laboratorios se están empleando a cobayas humanas para experimenta con los trastorno de conducta pone sobre alerta a Ángel. Sin embargo el protagonista está viviendo su particular odisea personal. Fruto de un pasado familiar oscuro, Ángel vive sumido en sus propias fobias y sus propios sueños oscuros que le atormentan.

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Con estos argumentos, Antonio Altarriba nos ofrece una trama llena de conspiraciones, ambición, problemas familiares y trastornos mentales. Una crítica ácida al oscuro mundo de los laboratorios farmacéuticos.

El mundo ya está bastante enfermo. Pero siempre podemos agravar sus síntomas. Porque ya sabéis, para vender la píldora, antes hay que vender la enfermedad.

Con una notable carga de simbolismo, y la presencia constante del arte, Antonio Altarriba desgrana la delgada línea que separa la lucidez de la locura.

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Yo, mentiroso

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Las cabezas de tres concejales vascos aparecen metidas en botes de cristal en la sede del Partido Demócrata Popular en Vitoria. No se encuentran sus cuerpos, pero sí una nota que relaciona los asesinatos con una supuesta trama de justicia artística. Sin embargo, los tres concejales estaban imputados en una trama de corrupción, el caso Canal, y habían llegado a un acuerdo con el fiscal para declarar a cambio de una reducción de penas. Todo señala al partido, pero la maquinaria de comunicación del partido se pone en marcha para ocultar la trama. Con este hecho dramático se inicia un trepidante relato sobre la corrupción política española y los resortes de comunicación de los partidos. Una obra que nos recuerda mucho al planteamiento de Primavera para Madrid de Magius; y que nos permite identificar tramas y personajes, pese al más que evidente cambio en los nombres.



Mentira o verdad ¿Qué más da? Se trata de un falso debate. Una mentira se convierte en verdad cuando todo el mundo la cree.

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El protagonista es Adrián Cuadrado, asesor político del PDP. Y en torno a sus pensamientos, acciones y decisiones, se suceden los principales hechos de la obra, y que dejan al descubierto la política española. Palacios que se abandonan para que se degraden y luego sacarlos del patrimonio público y venderlos a particulares a cambio de cuantiosas comisiones. La estrecha relación entre el arte y el poder. Venta de falsificaciones artísticas. Comisarios corruptos que articulan redes criminales de inteligencia. La estrecha relación entre el mundo empresarial, el deportivo, el periodístico y la política. Suicidios de políticos justo antes de declarar en juicios que hubieran arrinconado al partido. Venta de bienes públicos. Jugadas a dos bandas. El papel de la comunicación. Discursos. Argumentarios. Chantajes. Amenazas.

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Antonio Altarriba y la autopsia del sistema político

Cualquier lector que comience a leer Yo, mentiroso, lo primero que establece es un paralelismo entre lo que está leyendo y la política española de los últimos años. Y no es simple coincidencia, puesto que ya el propio Antonio Altarriba nos lo señala en las primeras páginas. «Cualquier parecido con la realidad política española entre 2016 y 2019 es insidiosa coincidencia».

Yo, mentiroso aborda la mentira como elemento definidor de la propia democracia. Transparencia, tolerancia cero con la corrupción u honestidad, son palabras que salen de la boca de los políticos españoles con bastante frecuencia. Forman parte de las consignas que se repiten una y otra vez cada día frente a los medios de comunicación. La obra Yo, mentiroso, de Antonio Altarriba, es, a la imagen y semejanza de El príncipe de Maquiavelo, un tratado teórico de práctica política. Un político debe saber mentir. La mentira, cuando es buena, es preferible a la verdad. La masa está predispuesta a lo consolador, y el buen político debe saber crear la verdad.



La propaganda política o la fantasía de los cronistas han escrito la historia en mayor medida y con mayor arraigo que los historiadores veraces.

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La trilogía egoísta

Un aspecto interesante de la obra de Altarriba y Keko es que las tres historias están conectadas. En primer lugar, en las tres novelas el arte subyace como uno de los elementos unificadores. El arte y la locura han estado históricamente conectados. El arte ha servido como refugio para la locura de numerosos artistas de todas las épocas. Desde literatos a pintores. Mary Shelley, Van Gogh o Beethoven son solo algunos de los ejemplos más conocidos que se refugiaron en sus propias creaciones.

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A su vez, otro aspecto que no pasa por alto al lector, es la conexión entre los personajes de los tres cómics. Así, en Yo, loco, la empresa Otrament contrata a Cristina Sáenz de Aberasturi como asesora para realizar retratos de los perfiles psicológicos de Ángel. Ella es la exesposa de Enrique Rodríguez Ramírez. Y el propio Enrique tiene también su cameo a lo largo del relato, como un simple viandante que pasa por delante de un velador. Y en Yo, mentiroso, la sombra de Enrique Rodríguez parece planear sobre los asesinatos de los concejales. Y aparecen cuadros y obras de arte que hemos visto en los anteriores tomos. Hay también otra conexión fuera de la propia trilogía, El perdón y la furia, en donde Enrique forma parte también del argumento de una trama que gira en torno al horror y el arte.



Antonio Altarriba y Keko

El zaragozano Antonio Altarriba Ordóñez (1952) es un profesor, ensayista, novelista, crítico y guionista de cómics. Una de las máximas referencias actuales en el panorama tebeístico español. Autor de éxitos incuestionables como El ala rota o El arte de volar. Obras que a su vez tienen un fuerte componente autobiográfico, y que le han valido para obtener multitud de premios nacionales e internacionales; y que están entre los mejores cómics publicados en España.

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José Antonio Godoy (1963), más conocido como Keko, es un dibujante madrileño, que ha trabajado codo con codo con Altarriba en su trilogía egoista. Formó su estilo en revistas como Madriz, y Metal Hurlant; y ha trabajado como ilustrador para medios como El País, ABC o El Mundo.



  • Yo asesino; Yo loco; Yo mentiroso
  • Antonio Altarriba (guion) y Keko (dibujo). Podéis consultar la web de Altarriba pinchando en el siguiente enlace.
  • Norma Editorial
  • 2014, 2018 y 2020
  • 19,90€ cada uno

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