Cuando empezamos a leer El Fruto Prohibido de Liv Strömquist nos da la sensación de estar leyendo un documental sobre todo lo que rodea el órgano sexual femenino; la vagina. Y de cómo a lo largo de la historia se ha manipulado para que nuestra mente conciba la femeninidad de determinada manera; en contraposición con la masculinidad. Un relato que a ratos puede llegar a parecer histriónico, pero que lejos de toda exageración, remueve la conciencia del lector en clave de humor. Pero lo que a nadie se le escapa cuando empieza a leer El fruto prohibido, es que Liv Strömquist es una activista feminista concienzada. Y en efecto, esta autora de cómics sueca es una popular locutora de radio y televisión, y una firme defensora del activismo feminista.
El fruto prohibido, de Liv Strömquist
La novela gráfica comienza ofreciéndonos una lista de hombres que estuvieron demasiado interesado en el órgano sexual femenino y que acabaron provocando graves problemas sociales. Así por ejemplo, John Harves Kellogg (1852-1943), creador de los famosos cornflakes, pero también enérgico contrario a la masturbación femenina. O John Money (1921-2006), defensor del sistema binario de sexos y que defendía intervenir de manera quirúrjica a aquellos bebés que nacían con el sexo sin definir, lo que provocaba a medio y largo plazo importantes problemas en la persona afectada. Una práctica silenciada que a día de hoy se sigue practicando.
También está el barón Georges Cuvier (1769-1832) y sus teorías de base científica, que posteriormente dieron pábula al racismo científico. Cuvier asoció la forma de los labios menores con el grado de civilización. Este supuesto científico conservó en formol el cerebro y la vulva de Saartjie Baartman. Una mujer sudafricana que fue víctima de sus estudios, y que debido a sus grandes nalgas, fue expuesta durante años en circos y espectáculos de toda Europa. Tras fallecer, sus restos fueron expuestos en el National d´Historie Naturelle de París hasta 1985.
Vulva, vagina, orgasmo y regla, los tabúes del feminismo
Y no puede faltar en esta lista Sigmund Freud (1856-1939), que contribuyó a esta nueva era deprimente para la sexualidad femenina que fue el siglo XIX, al restarle importancia a la estimulación del clítoris, y afirmar que solo la penetración era saludable y aceptable.
Resulta muy interesante esta primera parte de la novela, puesto que arroja datos poco conocidos sobre determinados personajes; al mismo tiempo que analiza los problemas de la denominación de vulva-vagina; y cómo eso se proyecta sobre el imaginario popular concibiendo el órgano sexual femenino como un simple orificio que se complementa con el órgano sexual masculino. Una concepción que le resta importancia a la vulva. En este sentido, la parte que analiza cómo el arte ha interpretado la vulva y la vagina nos parece soberbia.
El segundo capítulo de El Fruto Prohibido lo dedica Liv Strömquist al orgasmo. Y más concretamente, analiza como la sociedad diferencia los orgasmos femenino y masculino. Siendo el masculino indispensable y deseable en el acto sexual. Y demasiado complicado de alcanzar y relativamente menos importante el femenino.
Buena parte del relato se utiliza para narrar como la sexualidad femenina se construyó cómo débil, frente a la masculinidad fuerte e incontrolable. La idea de que la mujer carece de deseo erótico, o la construcción de la imagen casta de la mujer.
El fruto prohibido: un relato sobre el poder
Una obra llena de tabús, políticamente incorrecta, y transgresora. En este sentido resulta muy interesante el capítulo que le dedica a la regla de la mujer, concebida como algo sucio y que debe ocultarse. Realmente llamativo la mención al cuento de la Bella Durmiente que Walt Disney popularizó en 1959, y que algunos teóricos han sostenido que es una metáfora del despertar sexual de la juventud, y la primera menstruación.
Realmente, El Fruto prohibido es un relato sobre el poder. Nos muestra como los hombres han perpetuado su dominio sobre el género femenino a través de la represión y el control, utilizando para ello todo tipo de artificios. Una historia que busca rascar en la mente del lector y que lo hace a través de numerosos testimonios históricos. Un libro indispensable para empezar a concebir la feminidad de una forma diferente. Si alguien tiene dudas de que nuestra sociedad está concebida desde una perspectiva heteropatriarcal, no tiene más que echarle un vistazo a El Fruto prohibido de Liv Strömquist. Nada volverá a ser lo mismo. Y si te interesa el tema sobre el empoderamiento de la mujer, no dejes de visitar nuestra reseña de El Cantar de Aglaé. Ambas deberían ser lecturas obligatorias.
- El Fruto Prohibido (Kunskapens frukt
- Liv Strömquist
- Traducción: Alba Nerea Borja Pagán
- Reservoir Books
- 2018 (1ª edición, 2014)
- 18,90€