El castillo de los animales

«Hace mucho tiempo los hombres construyeron un castillo que convirtieron en granja. Y por algún motivo, no se sabe cuál, se fueron. Unos decían que simplemente abandonaron el lugar; otros justificaban esa marcha repentina por una batalla en la que unos hombres armados con grandes cuchillos degollaron a los de la granja; otros afirmaban que una enfermedad había acabado con todos. Da igual, el caso es que ya no había hombres». Con este inicio tan sugerente y enigmático se inicia El castillo de los animales, una novela gráfica guionizada por Xavier Dorison (Undertaker) y dibujada por Félix Delep. Una cautivadora historia cuyos protagonistas son animales, y que nos conduce hasta el universo creado por George Orwell en 1945, Animal Farm.

No estamos ante una secuela oficial, aunque es indudable que existe una vinculación entre el control de los cerdos de «Granja Animal» usando a los perros, que nos cuenta Orwell en su famosa fábula sobre las dictaduras; y el poder del toro Silvio en El castillo de los animales, usando igualmente a los perros.

La premisa del cómic parte de una pregunta inicial. ¿Cómo derribar una dictadura sin usar la violencia? A partir de esta premisa, Xavier Dorison explora los terrenos de la fábula política utilizando para ello el mundo animal. En algún lugar recóndito de Francia, una granja es controlada por un toro salvaje, Silvio, cuyo poder se sostiene gracias al apoyo disciplinado de una milicia de perros. Silvio y sus perros explota al resto de animales, supuestamente por el bien común, y les protege de los ataques de los lobos. Todo funcionaba como un reloj en esta dictadura animal, hasta que Miss Bangalore, una tímida gata que sólo busca proteger a sus dos pequeños, y César, un conejo gigoló, se aliaron con el sabio y misterioso Azélar, una rata con gafas. Este triángulo revolucionará la vida en el castillo de los animales y amenazará con derribar la dictadura de Silvio.

Todo ello con multitud de reflexiones como el culto a la personalidad, el uso del miedo, la resistencia pacífica o el poder de la risa. ,Y con un dibujo muy limpio y expresivo, y un montaje de la historia que hacen de la lectura una auténtica gozada. El resultado final se podría afirmar que es una obra brillante en donde se equilibran la dureza del relato con la dulzura de los sentimientos que desprenden algunos de sus fragmentos.

La edición francesa viene acompañada de unas «gazetas informativas» muy elegantes y cuidadas que esperamos se recuperen en el segundo integral que edita Norma.