En abril de 1861 estalló la guerra de secesión entre los Estados esclavistas del sur (Estados Confederados), y los del norte (Estados Unionistas). Una guerra que se prolongaría hasta 1865. Y a pesar de que no tuvo reconocimiento oficial como guerra, se trata sin lugar a dudas el hecho histórico más estudiado y analizado en los EEUU. No en vano, fue una guerra civil formada en su mayoría por ejércitos voluntarios; y que dejó para la posteridad legendarias batallas como Gettysburg, Fort Sumter o la propia Hampton Roads de la que nos ocupamos en la siguiente reseña.
La importancia de la batalla que nos ocupa, Hampton Roads, reside en que fue la primera vez que dos ejércitos se enfrentaron en el mar con barcos acorazados. Muy rudimentarios, pero acorazados. Los barcos eran el CSS Virginia, construido en los astilleros de Norfolk, por el ejército confederado. Un barco que curiosamente se construyo a partir de restos de un barco unionista abandonado. Toda una muestra de ingenio ante la falta de una flota propia.
Y por su parte los unionistas contaron con el USS Monitor; un barco parcialmente sumergido equipado con torres y cañones. El combate rozó el ridículo, y terminó en una especie de empate técnico, ya que ninguno de los dos barcos consiguió hundir al otro. En cualquier caso, el objetivo último del enfrentamiento sí que se consiguió por parte de los Estados Unionistas, puesto que consiguieron que el USS Monitor lograra proteger al resto de su flota.
El futuro de la marina militar
Pero si de algo sirvió este enfrentamiento fue para evidenciar que el futuro de la marina militar giraría en torno a las fragatas acorazadas. A partir de la guerra de secesión el modelo de barco propio del Antiguo Régimen quedaría abandonado. Superado el tema de la velocidad, los barcos empezaron a equiparse con máquinas de vapor y hélices; y el cañón tradicional empezó a ser sustituido por obuses. Y los primeros países en afianzar esta nueva tecnología marítima no podían ser otros que los barcos ingleses y franceses; que por el momento controlaban la marina mundial. Aunque ya hemos señalado que el primer combate se dio sin embargo en Hampton Roads, en el contexto de la guerra de secesión.
Como curiosidad, el USS Monitor se perdió en alta mar pocos meses después de la batalla de Hampton Roads. Y sus restos fueron encontrados en 1973 en las profundidades del Océano Atlántico. Sus restos se pueden visitar en el Museo Marítimo de Newport News, en Virginia.
¿Qué podemos ver en el cómic Hampton Roads?
Como viene siendo habitual en esta colección, la temática y el dibujo son fabulosos. Sin embargo, el tratamiento del mismo está falto de ritmo. Exceso de conversaciones, que si bien es cierto que son magistrales desde un punto de vista divulgador, pueden resultar excesivamente pesadas para un lector ocasional que no tenga un conocimiento previo sobre el conflicto. Es un problema que ya acusamos en los respectivos cómics de las batallas de Trafalgar, Chesapeake, Lepanto o Tsushima. Y lamentablemente no parece que en este punto la colección vaya a cambiar de rumbo.
El cómic muestra las gestiones en uno y otro bando para crear sus respectivos barcos acorazados. Resulta también muy interesante para ver el lenguaje que se utilizaba en la época del conflicto. Y por supuesto magnífico para ilustrar visualmente el poder destructivo de los nuevos acorazados. Ahí se nota la maestría Jean-Yves Delitte, que en este tomo vuelve a asumir las labores de dibujo, además de guionista.
- Hampton Roads. Las grandes batallas navales (Les Grandes Batailles Navales. Hampton Roads)
- Jean-Yves Delite (guión y dibujo), Douchka Delitte (color)
- Traducción: Eva Reyes de Uña y Elisabeth Falomir
- Norma Editorial
- 2019
- 17,00€