Gibrat no es un autor cualquiera. Hablamos de una de las plumas más preciosistas del actual panorama europeo, a la altura de grandes de la talla de Uderzo, Manara, Rosinski o Giardino. Sin embargo, a diferencia de estos, Gibrat no cuenta con una amplia cantidad de obras en su catálogo. Apenas cuatro o cinco obras extensas, entre ellas El vuelo del cuervo, La prórroga, y la que aquí nos ocupa, Mattéo; la que con casi toda seguridad sea su mejor producción hasta la fecha, y la más reciente. Seis tomos en los que a través de la biografía de Mattéo, se aborda la historia de Europa durante las primeras décadas del siglo XX, pasando por los acontecimientos claves que han definido al continente europeo: la primera guerra mundial, la guerra civil española y la revolución bolchevique. Una obra IMPRESCINDIBLE para todo amante del buen cómic europeo.
Mattéo es hijo de anarquistas españoles, que llegaron a Francia a finales del siglo XIX. Nunca se llega a aclarar en el cómic por qué la familia de Mattéo se vio obligada abandonar España; aunque sí se hace alusión constantemente al activismo político de su padre; así como a su implicación en el intento de asesinato de Alfonso XIII. Recordemos que la actividad del anarquismo español desde mediados del siglo XIX es frenética: los sucesos de la Mano Negra en Andalucía; la bomba en la Plaza Real de Barcelona en 1891; las dos bombas que se lanzaron en el Teatro del Liceo de Barcelona en 1893; el asesinato de Martínez Campos en 1897; el apuñalamiento a Antonio Maura en 1906; o el intento de regicidio en la boda de Alfonso XIII en Sevilla en 1907.
La historia contemporánea de Europa en cómic
Cualquiera de estos hechos pudo impulsar a la familia de Mattéo a abandonar la frontera española; y ganarse la vida en Francia como trabajadores inmigrantes. Aunque en este caso parece que fue el intento de regicidio.
Ya la primera viñeta del cómic es magnífica, con un primer plano de la cabecera del diario socialista Le Humanité en el que se anuncia la muerte de Jean Jaurès; socialista y pacifista francés que murió asesinado pocos días antes del estallido de la primera guerra mundial. Una escena indiferente para el desarrollo de la historia, puesto que en la siguiente página vemos como los periódicos están siendo usados para no pintar el suelo mientras Mattéo y su madre pintan una barcaza por el aniversario de la muerte de su padre; y que sin embargo tiene mucho simbolismo.
El estallido de la primera guerra mundial sorprende a Mattéo y su madre. Ambos trabajan para la familia Brignac, acaudalados hacendados. El hijo del patriarca, Guillaume, por supuesto va a la guerra. También trabaja para la familia la joven Juliette, el gran amor de Mattéo; aunque ella parece más interesada en su propio interés económico, y tiene puesto sus ojos en Guillaume, el joven heredero de la familia.
Jean-Pierre Gibrat, el autor
Jean-Pierre Gibrat nació en París en 1954 y debutó en 1977, como otros grandes autores franceses, en la revista Pilote; la famosa revista fundada por René Goscinny en 1959. Poco a poco Gibrat va publicando historias infantiles y juveniles en diversas cabeceras. Hay que esperar a los años 90 para ver sus primeras obras para un público adulto. Pinocchia en 1995 o La prórroga en 1997, ambientada en la segunda guerra mundial. Y poco después, en 2002, aparece El vuelo del cuervo, tambien ambientada en el mismo conflicto. Pero sin lugar a dudas, su obra más aclamada es la actual Mattéo.
Un autor a tener en consideración, que ha demostrado ser tan buen dibujante como guionista. Controla perfectamente el ritmo de la narración, y sabe dotar de psicología a sus personajes. Y por supuesto, la ambientación histórica es soberbia.
Mattéo, primera época
En las primeras páginas vemos unas escenas magníficas que ilustran el entusiasmo del pueblo francés con el estallido del conflicto. La guerra estaba servida, los ánimos en aumento; y las estaciones llenas de soldados que eran conducidos al frente. Mattéo sin embargo parecía ajeno a todo ese sentimiento patriótico. Por su condición de inmigrante había conseguido evitar la guerra. Mattéo se alegraba por un lado de no ir a la guerra y complacer a su madre; pero por otro ansiaba ir a la guerra para complacer a la joven Juliete.
Finalmente Mattéo no podrá evitarlo y acabará presentándose voluntario para ir al frente. Solo así podrá sacudirse de los ojos acusadores de Juliete. Allí conocerá de primera mano la crudeza de la guerra de trincheras; verá morir a amigos y enemigos; y verá la muerte de cerca.
Así comienza el relato de Mattéo, testigo directo de todo lo que se cuece en Europa en estos años, desde la primera guerra mundial a la guerra civil española; pasando por la revolución rusa o el deterioro de la República Francesa bajo el Frente Popular. Y todo ello con un dibujo espectacular, especialmente cuando aparecen los personajes femeninos, que tienen mucha presencia a lo largo de la serie. Gibrat juega con los contrastes en los colores. Las miradas. Los gestos. Un dibujo lleno de matices que demuestra un dominio técnico pocas veces visto en el cómic, y que hace de cada viñeta una verdadera obra de arte.
Y no se queda atrás el texto. Las descripciones y los diálogos son cautivadores, y atrapan al lector en una atmósfera envolvente que hacen que la lectura sea rápida; pero que al mismo tiempo merezca la pena detenerse.
El problema con el verbo amar es la conjugación.
Mattéo, segunda época
Si el primer tomo se ocupa del estallido de la primera guerra mundial y el papel que juega en ella Mattéo; en el segundo lo hace con la llegada a Petrogrado. Un viaje pagado con los fondos de los anarquistas con el objetivo de fotografiar y documentar para el mundo qué está pasando en Rusia. Recordemos que para 1917 se produce en Rusia una revolución auspiciada por Lenin y que supuso el derrocamiento de los zares. Unos hechos que llevarían a la creación de la República Socialista Soviética de Rusia.
Una de las consecuencias de este triunfo será la salida de Rusia del conflicto mundial; y por otro, el enquistamiento entre comunistas y anarquistas; una alianza que se ira ennegreciendo a medida que la revolución se va asentando. Y al mismo tiempo, el nuevo gobierno comunista tendrá que hacer frente al estallido de una guerra civil contra la Rusia blanca, la Rusia de los zares. Mattéo se verá en medio de toda esta vorágine, al mismo tiempo que se enfrenta a sus propios fantasmas del pasado; y a Juliete, por supuesto.
No había conocido nada más negro que la miseria rusa. Bueno, las trincheras, claro. Pero aquí se cebaba con los civiles. Un trozo de pan o de carbón se pagaban a precio de oro. En horas de cola, sobre todo. Las mujeres ateridas de frío, se pasaban las noches en grupitos o en fila india, dependiendo del ancho de la acera. Eran calderas de cólera. Pequeñas chimeneas. La nariz enrojecida por el frío, y exhalando una nube de escarcha revolucionaria por toda la ciudad. Al ver esto entendía la postura de Léa: había que pintar todo ese negro, aunque las pinceladas fueran torpes. No me atreví a sacar del bolsillo la cámara de fotos.
Mattéo, tercera época
En el tercer tomo de Mattéo asistimos al deterioro de la Tercera República Francesa. Un tomo en el que Gibrat introduce elementos históricos como la aparición de los fascismos en Francia, y el gobierno del Frente Popular, que estuvo en el poder entre 1936 y 1938; y que tuvo a León Blum como jefe del Gobierno. Como era de esperar en los años 30, un gobierno conformado por una coalición de gobiernos de izquierda tensó más la situación política en España. Y la situación que atravesaba en esos momentos España, en plena guerra civil, tampoco ayudó a calmar los ánimos, y a evitar la propagación de un caldo de cultivo que aprovecharía el fascismo.
En esta situación Mattéo regresa a su hogar a reencontrarse con su madre, después de su paso por el presidio. Y lo hace acompañado del radical-socialista Augustine; su pareja Amélie; y su viejo amigo Paulin. Un cómic en el que se reencontrará con su tierra, Colliure; y su viejo amor, Juliette. Un cómic que nos deparará alguna que otra sorpresa, y que pondrá a Mattéo rumbo a España.
Como nos tiene acostumbrado Gibrat, la fuerza de sus personajes femeninos es indiscutible. Y en este caso Amélie no iba a ser menos. Existe una tensión evidente en cada una de las viñetas en donde aparece el personaje. La capacidad de este autor de transmitir con el dibujo es asombrosa.
Mattéo, cuarta época
En el cuarto álbum Mattéo llega junto a la bella Amélie y su amigo Robert, el comunista, a Barcelona. Aunque en un principio son recibidos con recelo porque entre los republicanos no estaban acostumbrados a recibir armas a cambio de nada; muy pronto pasarán a ser indispensables para la lucha en el frente. Mattéo y Amélie se alistarán para combatir en el pueblo de Alcetria, que trae lejanos recuerdos para Mattéo; no así Robert, que no está dispuesto a luchar junto a los anarquistas.
La historia de este cuarto álbum es excelente. Gibrat logra transmitir la atmósfera que se vivió en Cataluña durante la guerra civil. Un cómic que nos recuerda mucho a otras obras como No pasarán, de Max Friedman; o la reciente Orwell. Vemos el asedio a Alcetria; la difícil coexistencia de socialistas, anarquistas y comunistas en la ciudad de Barcelona; los problemas de los republicanos con el armamento desfasado; y por supuesto, la llegada con fuerza de una nueva mujer a los brazos de Mattéo. En este caso una valiente e impetuosa atleta de la selección polaca, que fue rechazada de los juegos olímpicos, y se alistó en el ejército revolucionario; y de la que no llegamos a conocer su nombre.
Mattéo, quinta época
Matteo, sexta época
En este sexto y último volumen llegamos a la conclusión de una de las sagas más interesantes del cómic europeo actual. Esta vez centrada en la segunda guerra mundial. Mattéo vuelve a su Francia natal, a Colliure, en donde tendrá que vivir al margen de la ley, escondiéndose de los gendarmes. Allí volverá a encontrarse con su antiguo amor Juliette y se pondrá en contacto con Amèlie por cartas. Y aunque no se trata precisamente de una vida apacible, todo cambia cuando se entera que su hijo Louis está preso por los alemanes en un monasterio cerca de Sedán.
Se convierte así el relato, en una especie de viaje de reencuentro en donde Gibrat va combinando con maestría las dosis de acción, los sentimientos y las emociones, dando como resultado un cómic cautivador que estamos seguro no defraudará a nadie. Y el final, como no podía ser de otro modo, al nivel del resto de la obra. Imprescindible.
- Mattéo
- Jean-Pierre Gibrat
- Traducción: Ruth Fernández y Alba Pagán (sexto volumen)
- Norma
- 2009-2022
- 17,00/19,00€
Se lleva demorando y se demorará aún más. Desde 2010 J. P. Gibrat es un artista reclamado por galeristas parisinos y londinenses. En la monográfica que le dedicó Christie’s en 2016 cada lámina salió a subasta por cantidades entre los 10000€ y 30000€. De manera que Gibrat emplea sus pinceles para galeristas. Y hace bien. Es el mercado, amigo.
Gracias por el dato que desconocía. Sin duda muy interesante.