Hoy traemos a TBO en clase, Los Derechos Humanos, publicado por la ya extinta Ediciones Ikusager en el año 1985. Una obra coral que reunió a autores consagrados en el panorama internacional como Alberto Breccia, Will Eisner o Milo Manara.
Son muchos los cómics e historietas que tenemos en la web y que podemos usar en nuestras clases de secundaria para trabajar los derechos humanos; como Ernie Pike o As de Pique. Pero si podemos hacerlo a lo grande, ¿por qué no hacerlo?
El cómic recoge en sus primeras páginas los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. (The Universal Declaration of Human Rights). Y se hace una selección de seis de ellos, que serán los que los distintos autores usarán como hilo conductor de su historia. Los artículos escogidos son el 3, 5, 13, 19 y 21.
Una premisa sencilla. Un resultado desigual. Una experiencia magnífica.
La Declaración de los Derechos Humanos
Terminada la II Guerra Mundial, pasó a un primer plano la adopción de medidas de contención por parte de las potencias mundiales. Prevenir y eliminar las amenazas a la paz. La ONU se constituía así en organismo para la seguridad. El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en París, promulgó uno de sus documentos más relevantes de su reciente historia, la declaración de los derechos humanos. Traducida en más de 500 idiomas, la declaración establecía por vez primera en la historia una lista de derechos humanos universales. Derechos que debían protegerse en el mundo entero.
Sin embargo, una institución que se presentó ante el mundo como instrumento eficaz contra las agresiones totalitarias, provoca hoy desconfianza, pues se lamenta su escasa eficacia y, en suma, se duda de su utilidad; sobre todo en países con problemas estructurales, como algunos africanos. Véase por ejemplo, El Congo.
Pero no seremos nosotros los que dudemos aquí de la validez de las resoluciones de la ONU. Sea como fuere, esta declaración sirve de hilo conductor para la obra que ahora nos ocupa.
Cómic de los derechos humanos
Antonio Hernández Palacios
La primera de las historias de Derechos humanos es de Antonio Hernández Palacios, que se encarga del artículo 10.
Art. 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
La historia se titula El proceso. Y tiene como hilo argumental el proceso al que fue sometido Jesús, el mesías de los cristianos. Y que supuso su condena a muerte, ante la inacción del gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos.
Juan Jiménez
La segunda de las historias está guionizada por el prolífico Felipe Hernández Cava, con dibujo del maestro argentino Juan Giménez López; dibujante de grandes obras como La Casta de los Metabarones. En esta ocasión el artículo escogido es el 13.
Art. 13.
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
El título de la historieta es Bajo el mástil sin hojas. Una historia que denuncia el Plan Cóndor. Un plan internacional que buscaba perseguir, detener, torturar y acabar con la disidencia de las distintas dictaduras sudamericanas. Entre ellos Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Y con casos muy sonados en su momento, en donde no se respetaron los derechos humanos. En virtud de este plan se persiguió a disidentes y exiliados. De algún modo, el exilio siempre ha estado presente en nuestra historia.
Will Eisner
La tercera de las historias de Derechos humanos se titula El último voto, y aborda el artículo 21. Su autor es el norteamericano Will Eisner, el autor de Contrato con Dios.
Art. 21.
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Con su característico y genuino estilo de dibujo, Eisner nos narra una deliciosa fábula de un país pequeño en el todo estaba sin control. Las calles sucias; la gente hablaba demasiado alto; los periódicos cuestionaban al gobierno; el Parlamento estaba en un debate constante, sin tomar decisiones; y las empresas tenían total libertad para explotar a los trabajadores. Y pese a todo, a los ciudadanos siempre les quedaba el derecho al voto. Hasta que un día se impone una dictadura y les elimina dicho derecho. En un principio la mayoría de la población parece estar conforme con dicha imposición. Excepto un pobre viejo incomprendido, de nombre Zeblón. Un bonito relato que nos recuerda mucho a la fábula de los trogloditas de Montesquieu, inserta en sus famosas Cartas Persas.
Milo Manara
Llegamos a la cuarta historia, Mors tua, vita mea, de Milo Manara. Que se traduce como «tu muerte es mi ganancia. Se aborda en esta ocasión el artículo 19.
Art. 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
En esta ocasión Manara aborda el asunto de la censura del Santo Oficio, de la Inquisición. Y lo hace a través de la figura del pintor italiano Pablo Veronés. Y no es la primera vez que Manara aborda la historia de un pintor; ya lo hizo también con Caravaggio. Una historia de intransigencias, dogmatismos y fobias. Una historia en donde los derechos humanos están ausentes.
Víctor Mora
En el quinto capítulo volvemos a contar con dos autores. Al dibujo nos encontramos a la dibujante francesa Anni Goetzinger. Y al guión se encuentra nada más y nada menos que Víctor Mora. Uno de los grandes de la historieta española, autor del Capitán Trueno. El artículo es el 5.
Art. 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
La historia está ambientada en una dictadura caribeña. Se trata de una denuncia a las prácticas de tortura que se dan en los calabozos de cualquier régimen, especialmente las dictaduras. Incidiendo en la falta de derechos humanos y de respeto a la vida y a la dignidad. La típica historia del poli bueno-poli malo, pero sin el poli bueno.
Alberto Breccia
Y por último, Dibujar o no, del historietista uruguayo Alberto Breccia. Se trata del creador, entre otras obras, de El Eternauta, Ernie Pike o Mort Cinder. Con un dibujo muy especial. El capítulo de la Declaración de Derechos Humanos es el 3.
Art. 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Personalmente, la mejor de todas las historias. Un país estaba gobernado por un marino despótico que no sabía dibujar. Ante la envidia de ver que el pueblo sí sabía dibujar, decidió prohibir dicha actividad. Una actividad, cuanto menos, complicada. Porque la vida está llena de todo tipo de dibujos. Voluntarios e involuntarios. Propios y extraños.
Comprar Los derechos humanos
Aunque suene extraño, no es fácil comprar el cómic de Los derechos humanos. Es una edición antigua, de la editorial Ikusager; que pese a no existir, nos legó obras muy interesantes tales como Cuando canta la serpiente. Por ello, lo más fácil es recurrir primero a la opción de comprarlo en alguna de las decenas de tiendas de cómic online. Y por supuesto, no hay que dejar de mirar y rebuscar por las estanterías de vuestras tiendas de cómics y tebeos antiguos. Pero sin duda la búsqueda merece la pena. Es una lectura que puede tener mucho uso en nuestras clases.
- Los derechos humanos
- VV.AA.
- Traducción: Guillermo Aranzabal y Ernesto Santolaya
- Ediciones Ikusager
- 1985
- Descatalogado